Hay aspectos de la historia del paciente que, aun cuando él los ha vivido en carne propia, le resultan tan dolorosos que los ha reprimido; es decir, los ha escondido incluso y sobre todo de sí mismo.
La persona convive con su pasado como si ese pasado no existiera y, a la vez, repite ese pasado y lo conjuga en presente como si no hubiera otra manera de vivir. En vez de poder poner sobre la mesa la experiencia traumática y pensar sobre ella o digerirla y dejarla descansar en el pasado, la persona que sufre representa una y otra vez el mismo papel desventajoso sin darse cuenta de su repetición.
Esta tarea de sacar a la luz lo escondido es delicada y requiere su tiempo. Hay verdades con las que es difícil convivir porque hacen daño. Así que se trata de un camino lento que no se puede transitar en línea recta y que hay que recorrer pasito a paso y en compañía de un buen profesional.